Carlos Quintero J.
“Nada el día lunes me enferme de fiebre y tos hable al
911 y me dijeron que me mantuviera aislada y tomara paracetamol y así lo hice”
(sic) posteó Silvia B. M. en su muro de Facebook, el viernes 8 de mayo. La
mañana de hoy, murió, víctima del coronavirus.
“Chivis”, como le decían sus compañeros, era una mujer agente
de seguridad y custodia del Centro de Reinserción Social (Cereso) Morelos, de
54 años de edad, con 20 años de servicio en el sistema penitenciario, mismo que
enfrenta hoy: una grave crisis ante la pandemia.
El personal operativo y administrativo, familiares de
personas privadas de libertad y los propios internos denuncian la incapacidad
de la autoridad penitenciaria por aminorar el impacto del virus SARS-CoV-2 en
los centros penitenciarios.
“Aquí, en el Dormitorio 1 (de Atlacholoaya) hay gente de
la tercera edad: están graves sólo queremos medicamentos” dice una persona
privada de la libertad, a través de mensajes de texto, a este reportero.
Otra persona, identificada con el usuario de Karla Bustamante,
comenta por Facebook:
“Eso no es solo ahí en el cereso de Cuautla es lo mismo
ya murió un interno ya van 4 personas que sacan al hospital y ,5 custodios que
están afuera por enfermedad y la visita no la an cancelado” (sic).
Todo el esfuerzo se centra en los hospitales del estado y
los centros de salud de los penales han sido olvidados porque que hacen falta
medicamentos, dicen otras personas.
De manera extraoficial, hay al menos tres casos
documentados, mismos que abogados defensores, familiares o compañeros de
algunas de las víctimas del COVID-19 han dado a conocer.
El caso de Silvia B. M. es el más reciente que ella misma dio a conocer en las redes sociales:

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